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25 de noviembre de 2012

CAPILLA DEL CRISTO, II


En el hermoso rótulo situado en la pared lateral izquierda de esta Capilla del Cristo figuran datos y fechas referentes a la fundación establecida por Pedro de Orive Salazar en su testamento: las llamadas obras pías que tanto iban a beneficiar a la Villa y sus gentes, así como a los familiares de quien las fundaba.


En los párrafos que siguen, dirigimos la atención sobre una curiosidad que le -y me- atañe: la ausencia, en todos los escritos sobre el rótulo y la Capilla que conocemos, de toda una línea del texto: "seiscientos y cinco y se abrió en esta Villa con la solemnidad de rigor en tres de Julio de mil"
Se trata de una línea clave porque deja en orden dos fechas relevantes: una, en la que se plasmó su voluntad en testamento, en Sevilla -nueve de abril de 1605-; otra, en la que se dió a conocer ese testamento abriéndolo con la solemnidad de rigor en la Villa de Arceniega en tres de julio de 1608.


El texto del Rótulo aparece transcrito por primera vez, por lo que sabemos, en el libro del presbítero/historiador Eduardo de Escarzaga que lleva por título "La Villa de Arceniega" (1931), ya sin la línea mencionada.

Es de suponer que, por una de esas ironías con que nos sorprende la vida, sucedería lo siguiente: las palabras repetidas "seiscientos y" ocupan exactamente la misma posición en dos líneas consecutivas del rótulo, de modo que Escarzaga, levantando y bajando la cabeza mientras copiaba, seguramente saltó de una a la siguiente sin darse cuenta. Para rematar la faena, la frase resultante, aunque errónea, tenía sentido completo por sí misma.


Sumándose una curiosidad a otra, el caso es que, a medio camino entre necesidad (durante los muchos años en los que buena parte del texto se había vuelto ilegible a causa del deterioro de las tablas afectadas de humedad) y comodidad (la muy entendible de no empezar siempre de cero), y sin descartar nuevos tropiezos en la misma invisible piedra, las transcripciones posteriores han seguido la senda de la de Escarzaga y conferido a esa omisión una notable capacidad de supervivencia.






Como si de una inocente maldición se tratara, ahí están las obras de Iturrate, J.M. Azcárate Ristori (el CATÁLOGO MONUMENTAL DE LA DIÓCESIS DE VITORIA Tomo VI), Virginia Varona (una amena tesina sobre Pedro de Orive) e incluso la reciente de Fernando R. Bartolomé García -el libro escrito tras la restauración de las preciosas figuras de ese Calvario (2008) y cuando el Rótulo llevaba ya 20 años legible. En este último, p.ej., se indica, novedosamente, el final de cada línea del texto: ¿acaso sí acudió alguien después de Escarzaga pero volvió a rodar escalón abajo de una línea a la siguiente? Hasta nuestra conocida historiadora alavesa Micaela Portilla cayó en la trampa y equivocó la fecha de "las fundaciones", dando la de "otorgar testamento" por élla en alguna de sus obras.

He aquí una foto antes de la restauración del rótulo, completada  en 1989:


Es ahí donde entra mi implicación en el tema.

Desde pequeña, sabiendo ya leer, miraba con admiración y también tristeza, el "cuadro/rótulo" de la Capilla del Cristo. Referencias a él con un halo de misterio que no entendía, atraían mi curiosidad. Deseaba descifrar lo que aparecía escrito; estaba tan estropeado que resultaba muy difícil. El agua entraba por las grietas de paredes y ventana, iba comiendo la pintura, las letras... ¿por qué no lo arreglarán?, me preguntaba. Más adelante, en las vacaciones de mi vida viajera probé alguna gestión con sacerdotes, Diputación y particulares. A nadie interesó el tema. 
Pasados los años, con mis cuatro hijos jóvenes ya, volví a la carga con el sacerdote de entonces, D. Félix Ruiz de Larrínaga -porque se habían hecho muchos arreglos y mejoras en el Santuario pero el rótulo continuaba ilegible. Cuando me anunció el coste de la restauración, no dudé un segundo: "Encárguelo, yo lo pago". No tenía dineros sino deudas, pero no quería seguir pidiendo a uno y otro; a todos les dolía. ¡Yo lo había deseado con tanta ilusión!


Ni siquiera pude estar cuando fue repuesto, ya restaurado. En mi reencuentro con él noté que había un espacio vacío. Releí, busqué... Sí, encontré lo que faltaba: el "de rigor" del renglón fantasma. Llamé a los restauradores, vinieron a rematarlo. Nadie parece haber valorado mucho el rótulo, quizá porque nadie lo había amado desde su infancia. Yo sí, y así tuve la gran alegría de participar en su vuelta a la vida -además de, aunque nadie tampoco parezca haberse aún dado cuenta, "desfacer el entuerto" de la transcripción.


Sorprendentemente, o quizá no, el reconocimiento final a esos trabajos llegó en forma de envidia, tras haber accedido a la oferta de "una plaquita con el nombre del donante". La hice yo misma y la llené de sentimientos varios: mi/el nombre de mi madre; mi/el apellido de mi padre; nuestro 25 aniversario de inicio de familia... y donde nadie pudiera leerlo, mi agradecimiento íntimo. Pretendí fuera una oración que de forma continuada escuchara la Virgen. ¡Se necesita tanta ayuda de un ser poderoso! Allí quedó por unos años cumpliendo su fin, hasta que alguien de mente ruin la hizo desaparecer, sin esperanza de recuperación y con la impasibilidad de los responsables. Una acción así duele -destruye ideales de siempre. 


Sin embargo, mantuve mi ilusión por lograr un día la restauración del Calvario, tan precioso, solicitando presupuesto. Ahí están las tres páginas que prepararon... que ahora servirán tan solo como curiosidad para cotejar precios de entonces, puesto que la restauración, patrocinada por la Diputación y con colaboradores de relevancia, se ha llegado finalmente a realizar, exponer e imprimir (del libro correspondiente, ya mencionado, proceden algunas de estas fotos) con la obligada pompa y boato .



Es curioso e instructivo leer algunas de las 29 disposiciones que figuran en el testamento de Pedro de Orive, como la que dice: "en la dicha lámpara de plata se ponga mi nombre y armas para que otros se animen a hacer buenas obras"; "blanquear la dicha capilla (...) y que se ponga dentro de ella un letrero donde se diga la fundación de la Capellanía (...) con todas las disposiciones en tablas fijadas a un marco"; "rótulo renovado en 1731 realizado por escribano Bartolomé de Iturribarría a petición de D. Francisco Antonio de Ojirando Orive Salazar". Esa frase resaltada figura escrita en el mismo rótulo, lo que prueba que "ese letrero" sí fué puesto como dispuso D. Pedro, tras organizar su entierro en la capilla.
En la última se lee: “Y caso que el consexo de Arciniega o los beneficiarios de ello contradigan la susodicha y no lo consientan poner, quiero de mi voluntad, que la Capellanía se fundase en la Iglesia de San Julián de Soxo”. Su predilección radicaba en ambos puntos: su solar y lugar de origen, y el de su nacimiento y niñez. Además, aseguraba el conocimiento público de su donación para que así sirviera de modelo.


Teniendo a mano -para una mirada cariñosa- el precioso Cristo según le hemos conocido con la huella del dolor vivo en su rostro, disfrutemos del Calvario restaurado, REGALO QUE NOS DEJÓ esa familia oriunda de Sojo, ORIVE SALAZAR, con otras muchas dádivas muy generosas. Dios les habrá compensado con creces.


1 comentario:

  1. Magnífica aportación al conocimiento de Arceniega. Muchas gracias por la referencia al Juniorato de los Maristas donde pasé mis primeros 9 años de docencia. Conservo la devoción a la Virgen de La Encina y hemos hecho varias reuniones de antiguos alumnos y profesores desde hace catorce años. Enhoirabuena.

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